La ruta que os traigo hoy es la ruta de senderismo a el Faedo de Ciñera en la cuenta del Alto Bernesga (León), territorio que es Reserva de la Biosfera. Además, en 2007, el hayedo recibió la distinción que otorga el Ministerio de Medio Ambiente de «Bosque Mejor Cuidado de España».
Se trata de una ruta de senderismo sencilla e ideal para hacer con niños.
La ruta comienza en el pueblo de Ciñera, León, donde dejaremos el coche en el propio pueblo.
A travesamos el pueblo, pasando junto al polideportivo, donde la carretera se irá convirtiendo en una pista, la cual nos llevará hasta el Faedo de Ciñera.
El camino es muy sencillo y no tiene pérdida ninguna. Durante la mayor parte del recorrido, disfrutaremos de la vista del pico Los Casetones (1.434 m) que se eleva sobre el Faedo de Ciñera.
Seguimos andando y nos encontramos con una bocamina, la cual ha sido reconvertida en una especie de museo de la minería con objetos típicos de las minas.
Seguimos andando y sin salirnos del camino principal comenzamos a ver las primeras hayas y dentro de poco veremos la entrada al Faedo de Ciñera.
El Faedo de Ciñera es un pequeño bosque formado fundamentalmente por hayas. Tiene unas dimensiones relativamente pequeñas de apenas unos pocos kilómetros cuadrados, pero el paso del Arroyo del Villar con las hayas creciendo en formas caprichosas a su borde, lo han convertido en un reclamo turístico natural. Al comienzo del bosque hay unas mesas donde poder parar a comer.
Como curiosidad, casi en el centro del mismo bosque está el haya bautizada como Fagus, que los expertos calculan pueda tener unos 800 años de edad, siendo de las hayas más longevas de la península.
El camino por el bosque es de madera y nos marca la ruta a seguir. Este camino de madera lo hicieron los propios vecinos de Ciñera para preservar el bosque y su delicado suelo y evita el deterioro del ecosistema.
La ruta se prolonga más allá del bosque por las llamadas Hoces del Villar hasta la localidad de La Vid de Gordón (la senda está bien señalizada).
Al acabar el hayedo viene un tramo de saltos de agua y pozas que en la zona se llama Las Marmitas del Gigante.
El paraje del bosque y de la Foz es ¡bellísimo!
Después de unas fotos y comer y beber algo, regresamos por el mismo camino.
De regreso toca volver a pasar por el Faedo de Ciñera.
En el Faedo de Ciñera encontraremos a la bruja Haeda, la cual tiene una preciosa leyenda al respecto y que dice así:
Hace muchos, muchos años, cuando aún los hombres vivían al aire libre y los inviernos eran crudos y largos, vivía en el Faedo una bruja llamada Haeda.
Tenía poderes sobrenaturales otorgados por el demonio, que la advirtió: “Debes usarlos para hacer el mal, pues si con ellos haces el bien te consumirás y en tres días desaparecerás". La bruja Haeda se preparó para hacer todo el mal que pudiera.
Entre La Vid y Santa Lucía vivía una familia, la madre María, el padre Miguel y nueve hijos pequeños. Por el verano sembraban patatas, fréjoles, lechugas, guisantes pues se daban muy bien y con ellos alimentaban a sus hijos. Cuando llegaba el invierno las cosas se complicaban, no tenían donde refugiarse, por la noche subían hasta la cueva de los Infantes y allí se guardaban de la nieve y las heladas.
Un día nevó y nevó, el viento soplaba la ladera de la montaña helada y por más que María y Miguel empujaban a sus hijos hacia arriba no conseguían llegar a la cueva, los niños resbalaban y volvían a caer.
Haeda estaba sentada (bien es sabido que las brujas no tienen frío) y sintió un escozor en el pecho al ver aquellos padres que no podían resguardar a sus hijos del frío. Usando sus poderes arrancó un montón de piedras de las montañas y las prendió fuego, se pusieron rojas y chispeantes dando un calor agradable, lo más milagroso es que duraron encendidas toda la noche, María y Miguel colocaron a sus hijos alrededor para que durmieran sin pasar frío.
A la mañana siguiente había un gran montón de cenizas, ellos no se explicaban lo que había pasado. Aquel día siguió nevando, en el puerto la niebla y el frío eran insoportables. Haeda pensó que aunque les ayudara otro día aún le quedarían poderes. Así que volvió a arrancar piedras de las montañas y las prendió fuego haciendo una gran hoguera. Pasaron la noche calientes, por la mañana vieron mucha, mucha ceniza que guardaba las brasas en sus entrañas, metieron patatas para que se asaran y los niños las comieran tiernecitas.
Haeda se miró en el arroyo, estaba envejecida y cansada, agotada pero dispuesta a ayudarles un día más aún a costa de su vida. Pensó que no sería suficiente, el invierno en estas tierras es largo y no podrían resistirlo. Meditó la bruja buena, y juntando todas las fuerzas que le quedaban hizo que todas las montañas del valle se llenaran de piedras que prendieran y dieran calor.
Vinieron muchas familias, fundaron un pueblo sobre las cenizas, le llamaron Ciñera. Desde entonces ningún niño pasó frío por las noches. Haeda así lo quiso. Dicen que fue a morir al Faedo, abrazada al árbol más antiguo su bondad quedó para siempre, agua entre las hayas, carbón en la montaña.
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