El Castillo de Loarre está situado junto a la población de Loarre, en la sierra del mismo nombre, dentro de la comarca de la Hoya de Huesca. Es una edificación de estilo románico construida en el siglo XI y está considerada como uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil de la época.
Su posición es realmente estratégica, ya que era la principal defensa de la frontera del Reino de Aragón. Y no nos extraña que cumpliera esta función a las mil maravillas, ya que el castillo está perfectamente camuflado con la montaña.
Desde el Castillo se tiene un control sobre toda la llanura de la Hoya de Huesca.
Lo cierto es que este imponente fortín está excelentemente conservado. Mantiene gran parte de sus murallas originales, salones de lo que fue su palacio real, su Iglesia-donjon y también del antiguo monasterio.
Tras la visita al Castillo de Loarre te recomendamos que te desvíes unos pocos kilómetros hacia el pequeño pueblo de Sasamarcuello para conducir por pistas hasta dos miradores realmente impresionantes. El recorrido hacia el Mirador de los Buitres comienza en las inmediaciones de las ruinas del Castillo de Marcuello.
El Castillo de Marcuello es uno de los principales castillos aragoneses del Prepirineo y sus vistas son magníficas. Actualmente, sobre la amplia superficie del espolón solo quedan las ruinas de la torre y dos iglesias románicas.
El castillo de Marcuello fue uno de los principales castillos de Aragón en el sector central del Prepirineo, formando un grupo geográfico con los existentes en Murillo, Agüero, Ayerbe y Loarre, que a comienzos del siglo XII, lo gobernaba la reina viuda Berta.
Pocos metros adelante se encuentra el Mirador de los Buitres. El nombre no está escogido al azar, ya que el cielo está plagado de estas enormes aves carroñeras. Desde allí se divisa la Pared de los Buitres, donde se localiza una de las mayores colonias de buitre leonado de Europa. El otro gran aliciente de este mirador son las magníficas vistas de los espectaculares Mallos de Riglos.
La erosión es un proceso geológico capaz de crear formas inimaginables y paisajes que nos dejan atónitos. En Riglos, a tan sólo 45 kilómetros de Huesca, el paso del tiempo y la erosión han dado lugar a uno de los enclaves más impresionantes de la zona: los Mallos de Riglos.
Estas espectaculares formaciones rocosas, con paredes que alcanzan hasta los 275 metros de altura, nacieron fruto de la creación de la cordillera pirenaica y la posterior erosión de morrenas glaciares.
De forma tradicional los Mallos de Riglos se han dividido en tres grupos en función de su tamaño. Así, tenemos los mallos grandes, los pequeños o chicos y los Fils. Cada uno de ellos cuenta con un nombre propio, y han sido “bautizados”, por ejemplo, atendiendo a su forma, color o en homenaje a ciertas personas.
Más allá de su belleza paisajística, que deleita tanto a naturalistas como a amantes de la fotografía, los Mallos de Riglos constituyen un paraíso para montañeros y escaladores.
Sin duda, una buena idea para conocer a fondo el precioso entorno de los Mallos de Riglos es realizar la ruta que da la vuelta a los Malos, el caminito del Cielo. Parte desde la pequeña población de Riglos y da la vuelta a una parte de los Mallos de Riglos. Se trata de un corto recorrido señalizado con dos lineas azules y algunas paletas de dirección, coincidiendo en su primer sector con el PR-HU98 y en su tramo final con el Camino Natural de la Hoya de Huesca.
Nuestra siguiente parada es en el Monasterio de San Juan de la Peña, uno de los sitios históricos más importantes del antiguo Reino de Aragón. Son muchas las leyendas que han acompañado siempre a este lugar, de hecho, durante la Edad Media se llegó a relacionar con el paradero del Santo Grial.
Sea cierto o no, lo que está claro es que esta joya de la época medieval fue el panteón real de Aragón hasta el siglo XII, de ahí su importancia. Pero además de su relevancia histórica, la visita a este soberbio enclave te dejará con la boca abierta al ver como el monasterio del siglo X se encastra bajo una enorme roca y se mimetiza como un auténtico milagro con el entorno natural. En verano además, hay visitas teatralizadas que pueden ser interesantes para los que viajamos con niños.
El Puchilibro es la máxima elevación de la Sierra de Loarre, con 1.595 m. de altitud. Os propongo que hagáis el recorrido circular que sube a la cima del Puchilibro, y que comienza en el Castillo de Loarre, y finaliza en el mismo lugar. Son 6,6km de distancia, 520m de desnivel, y se tarda unas 3h en total. Todo el recorrido está señalizado por las marcas amarillas y blancas del PRHU-105. Ver la ruta completa.
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